Lo mismo que ninguno es un libro preciso y certero, dotado de una saludable incertidumbre y causalidad mágica. La mezcla de “prorsa” y “versa” (términos acuñados por Gonzalo Rojas) torna a los textos en un armario inusual. Por un lado, figuran los relatos pertenecientes al género fantástico, y por el otro, aparecen poemas narrativos que equilibran su propósito de unicidad. Randall Roque logra imantar la poesía y la prosa en un taller de sorpresas y augurios irrepetibles. Este collage trae a la memoria los mejores textos de Poe, Lovecraft y el propio Borges. El escritor costarricense les otorga ingredientes personales y recrea una poética novedosa sobre la enjundia humana. Lo mismo que ninguno circula entre el crepúsculo y la pesadilla. La soledad, las visiones, lo sobrenatural, el odio, y el deseo son algunas de sus bien trabajadas variantes. “Aserradero”, “Cuervo” y “Julieta y los tigres” son una muestra (entre varios otros) de la escritura magistral que se ejecuta en Lo mismo que ninguno (Miguel Ángel Zapata).