En octubre de dos mil trece, España sigue bajo el efecto de la crisis financiera internacional. Borja, joven biólogo de Zaragoza, emigra al norte de Francia con la esperanza de poder ejercer su profesión. No es un destino desconocido para él: allí vivieron sus abuelos, nació su padre y, cuando era niño, viajaba para aprender francés. Todas las noches, su abuelo Santiago, periodista, escribía en unos cuadernos. Relataba los hechos más importantes de su trabajo y de la vida de su familia. Su obra se extendía desde que llegó a Francia, en el éxodo español de mil novecientos treinta y nueve, hasta que se jubiló y compró la casa cerca de la isla San Mauricio, en la ciudad de Creil. Borja decide resumir el contenido y entrelazarlo con su propio diario. Con estos escritos, teje un lienzo en el que la urdimbre la constituyen las memorias de Santiago y la trama son los esfuerzos de Borja para labrarse un futuro.

Nacido en 1948 en Alagón, Zaragoza. Por motivos laborales, su familia emigró a Francia donde se formó como Técnico en Fabricación Mecánica. En 1977, regresó a Zaragoza para buscar trabajo. En 1983 entró en la Escuela de Magisterio y obtuvo el Diploma de Profesor de Enseñanza General Básica en la especialidad de Lengua Española y Francés por la Universidad de Zaragoza. Desde 1986, trabajó en la administración: en el Ministerio del Interior y en la Diputación General de Aragón. Desde que se jubiló, ha colaborado con varios relatos breves en una revista local y ha escrito una novela histórica, Compasión infinita.